domingo, 17 de enero de 2010

Crisis de los misiles en Cuba


Cuba había sido un país estrechamente ligado a los intereses norteamericanos desde su independencia de España en 1898. La revolución de Fidel Castro en 1959, que en un principio no se definía como comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, comenzó a tomar medidas que lesionaban los intereses estadounidenses. La reacción de Washington fue inmediata: ruptura de relaciones en 1961, imposición de un bloqueo económico, excluyó a Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y organizó, mediante operaciones secretas de la CIA, una fallida invasión de emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.

En ese contexto, el régimen de Fidel Castro viró hacia el alineamiento con el bloque soviético y el establecimiento de una dictadura comunista en la isla.

En octubre de 1962, aviones espías norteamericanos U2 detectaron la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas soviéticas. El 22 de octubre, con el apoyo claro de sus aliados occidentales, Kennedy toma una medida de gran dureza: establece una "cuarentena defensiva", es decir, un bloqueo de la isla, desplegando unidades navales y aviones de combate en torno a Cuba. Si los navíos soviéticos intentaran forzar el bloqueo, el conflicto armado entre los dos superpotencias estaba servido.

Fue el momento de la guerra fría en que más cerca se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la hecatombe nuclear. Finalmente, tras negociaciones secretas, Kruschev lanza una propuesta aceptada por Kennedy: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles Júpiter que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.

El mes siguiente la URSS desmonta y repatría su material bélico ofensivo y EE.UU. levanta el bloqueo.

La rápida solución de la crisis muestra la eficacia de la estrategia de la disuasión (la amenaza del holocausto nuclear frena el aventurerismo de las potencias) y la importancia del diálogo ente las dos superpotencias. En ese momento se instala una comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin para mejor desactivar cualquier crisis o malentendido: el "teléfono rojo".

Tras la crisis de Cuba, la coexistencia pacífica toma plenamente carta de realidad. La coexistencia entre los bloques se compatibiliza con la cohesión interna en ellos. Por un lado, Macmillan y De Gaulle no dudan en apoyar incondicionalmente a Kennedy; por otro, la Cuba de Castro se convierte en un fiel aliado de Moscú a cuyos intereses expansionistas va a servir en los años setenta enviando cuerpos militares expedicionarios a Angola, Mozambique o Etiopía.

Causas

La decisión de la Unión Soviética sobre el envío de los misiles a Cuba se puede analizar en dos categorías:
1) inseguridad soviética
2) el miedo de perder Cuba en una invasión.
Inseguridad Soviética
Durante su campaña presidencial, Kennedy habló en varias ocasiones sobre la gran diferencia que existía entre los misiles rusos y los americanos y el posible problema que E.E.U.U. podría tener si no se mejoraba aquella situación.

Consecuencias

Consecuencias a corto y largo plazo de la crisis de los misiles en Cuba: El acuerdo soviético-norteamericano de octubre de 1962 sobre el status quo de Cuba - que sea sabido - nunca fue formalmente establecido. Los soviéticos efectivamente retiraron sus bases misilísticas y sus asesores militares de Cuba; y los norteamericanos se limitaron a adoptar una Ley que estableció la prohibición a las empresas norteamericanas de comerciar con Cuba. Como parte de los acuerdos diplomáticos alcanzados, los EE.UU. retiraron también algunos misiles instalados en bases situadas en territorio turco.

El Presidente Kennedy de inmediato se abocó a que fuera negociado un Tratado internacional de suspensión de pruebas de nuevas armas atómicas.

Examinada en la perspectiva de los hechos ulteriores, la crisis de los misiles soviéticos en Cuba puede considerarse como el punto de inflexión del proceso de expansión soviética y de la irradiación del comunismo a escala mundial. Lo que hasta allí había sido un proceso crecientemente expansivo de la influencia soviética y comunista en el mundo, se invirtió definitivamente, hasta acarrear la disolución militar y política de la U.R.S.S.

Para el régimen de Fidel Castro en Cuba, el compromiso norteamericano de no tratar de derrocarlo, no significó sin embargo el fin de sus objetivos de expandir el marxismo en América. La definitiva eliminación de toda oposición política en lo interior y el logro de seguridad militar en lo exterior, condujo al gobierno castrista a intensificar su apoyo a todas las iniciativas guerrilleras en América Latina.

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